Este jueves día 1 de noviembre, día de todos los santos u lo que es lo mismo de todos los muertos -mal rollito-, quedamos Albert51 y un servidor (Dany42, y no, no somos agentes al servicio de su graciosisma magestad) para la Sánchez de Diables.
Llegamos al párking de Santa Cecilia y fue bajar del coche y percatarnos de que soplaba un fortisimo viento que no auguraba nada bueno. Además temíamos encontrarnos las paredes empapadas tras las fuertes lluvias caidas recientemente. A pesar de ello nos disfrazamos de trepadores y pusimos rumbo a Diables -Diables, muertos, fuerte viento racheado, paredes mojadas...suerte que no estamos en el siglo XIX que si no nos volvemos-. En cualquier caso, cuando llevávamos un trecho del camí de l'arrel el viento se disipó como por encanto ¿Era una buena señal o una trampa de esas que nos reservan las montañas?
Al fin llegamos al pie de via y comenzamos a treparla, constatando que éramos los únicos valientes -o inconscientes, que la frontera es muy sutil- para meternos en esa pared ya en noviembre. Albert51 se curró los largos de chimenea que, muy lejos de ser de puro trámite, suponen un verdadero desafío, sobretodo cuanto mayor sea el vulto que sumen tu vientre y tu mochila.
Superada la chimenea no salíamos de nuestro asombro al comprobar que el viento no hacía acto de presencia ni la pared estaba mojada, como nos temíamos, así que proseguimos la mar de contentos to tieso, alternando copiosas sudadas en los momentos de mayor esfuerzo con alegre casteñetear de dientes al asegurar al compañero en las reuniones.
Sobra decir que la vía es preciosa, grandiosa y con un gran ambiente -lo cual a mí, particularmente, me produce una envidia malsana respecto a sus aperturistas que, pese a tener unos apellidos que no pueden ser más vulgares y corrientes SANCHEZ-MARTINEZ, demostraron en su día ser unos fuera de serie-.
Y así chino chano -más chano que chino- hicimos cumbre unas 8 horitas después de haber despegado.
Cuando al fin, ya de noche, llegamos al párking de Santa Cecilia, comprovamos que allí seguía haciendo ese endemoniado viento racheado que ya hacía por la mañana. Por una vez, la orientación nor-este de Diables nos había protegido del temido viento y nosostros, destrozados pero con una sonrisa en la boca por tener la Sánchez en el bolsillo, ya soñábamos con nuestro merecido descanso; no en vano habíamos sorteado todos los malos augurios.
PD: La via está perfectamente reequipada, alternando material viejo con paraboltios. No obstante es imprescindible un juego de tascones y algunos friends medianicos tirando a grandes para algunos puntos muy concretos de la via.